La democracia requiere de políticos capaces y decentes, pero, sobre todo, necesita de ciudadanos capaces y decentes. Si un político miente sistemáticamente y eso no conlleva una merma de prestigio o apoyo es porque mentir no es considerado un comportamiento incívico. ¿Puede una democracia sobrevivir en esas condiciones?
El acceder a la democracia no implica su preservación. Si no la cuidamos la perderemos a manos de sus enemigos, que ya no disputan su bondad, en ese terreno perdieron todas las batallas, sino que tratan de vulnerarla desde dentro, presentándose como sus auténticos valedores.
Si “cualquiera puede ser presidente”, como en su momento indicó Rodríguez Zapatero, es seguro que tanto la democracia como los servicios públicos se deteriorarán. Las altas magistraturas requieren de un nivel de excelencia acorde con las responsabilidades y las dificultades implícitas en el cargo. Si una sociedad no entiende esto se quedará sin democracia y sin servicios y eso será justo, porque no merecerá otra cosa. El legado de Rodríguez Zapatero es un buen ejemplo.
La primera obligación del político es explicar la realidad, los retos que una sociedad tiene ante sí. Desde esa explicación, proponer una ruta hacia un objetivo y cómo hacer frente a esas dificultades para, finalmente, acceder a la consumación de esa "idea de nación" que toda comunidad necesita. La política no es administración, ésta es un instrumento de aquélla. Toda comunidad necesita acordar unas metas en torno a las cuales cohesionarse y eso sólo se consigue desde la pedagogía y el liderazgo.
El acceder a la democracia no implica su preservación. Si no la cuidamos la perderemos a manos de sus enemigos, que ya no disputan su bondad, en ese terreno perdieron todas las batallas, sino que tratan de vulnerarla desde dentro, presentándose como sus auténticos valedores.
Si “cualquiera puede ser presidente”, como en su momento indicó Rodríguez Zapatero, es seguro que tanto la democracia como los servicios públicos se deteriorarán. Las altas magistraturas requieren de un nivel de excelencia acorde con las responsabilidades y las dificultades implícitas en el cargo. Si una sociedad no entiende esto se quedará sin democracia y sin servicios y eso será justo, porque no merecerá otra cosa. El legado de Rodríguez Zapatero es un buen ejemplo.
La primera obligación del político es explicar la realidad, los retos que una sociedad tiene ante sí. Desde esa explicación, proponer una ruta hacia un objetivo y cómo hacer frente a esas dificultades para, finalmente, acceder a la consumación de esa "idea de nación" que toda comunidad necesita. La política no es administración, ésta es un instrumento de aquélla. Toda comunidad necesita acordar unas metas en torno a las cuales cohesionarse y eso sólo se consigue desde la pedagogía y el liderazgo.
Referencia: Flor de invernadero de Florentino Portero
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