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Calvino |
Fue en Francia donde Ginebra se apuntó uno de sus más notables éxitos. Cada año era despachado para Francia un nuevo grupo de pastores ginebrinos. La mayor parte de ellos, nacidos en Francia, salidos de la clase media o de las clases aristocráticas, lograron conversos influyentes y fundaron nuevas iglesias, las cuales acudían a Ginebra para pedir guía y consejo.
La víctima principal de las luchas confesionales fue la comunidad internacional, ese cuerpo común de la cristiandad del que se seguía hablando hasta mucho después de que hubiese cesado de tener algún fundamento real. Las obediencias se polarizaban alrededor de Ginebra y de Roma, era natural que se aumentase la nostalgia por la antigua y unida cristiandad.
Los estudiantes, acostumbrados a viajar por el continente para seguir sus estudios en la universidad que habían escogido, comenzaron ahora a descubrir que esto no era tan fácil para ellos como lo había sido para sus padres. Los nobles calvinistas de los Países Bajos o de Hungría enviarían a sus hijos a la Academia de Ginebra, mientras que los católicos enviarían a los suyos a Padua o Lovaina. En 1559, Felipe II prohibió a los españoles estudiar en el extranjero, excepto en determinados colegios de Bolonia, Roma, Nápoles y Coimbra. En 1570, cartas reales dirigidas al Parlamento en Dole prohibían a los habitantes del Franco Condado “estudiar, enseñar, aprender o residir en otras universidades o escuelas privadas o públicas, que no sean las de este país o las de otros países, estados y reinos bajo nuestra obediencia, exceptuando siempre la ciudad y universidad de Roma”. Las prohibiciones gubernamentales eran con frecuencia eludidas e ignoradas, pero el hecho era que las ochenta universidades, aproximadamente, de la Europa de mediados del siglo XVI estaban siendo transformadas de instituciones internacionales en nacionales, y que la comunidad europea de estudiosos estaba siendo fragmentada por la nueva contienda confesional.
Referencia:La Europa dividida, 1559-1598 (J. H. Elliott)
Los estudiantes, acostumbrados a viajar por el continente para seguir sus estudios en la universidad que habían escogido, comenzaron ahora a descubrir que esto no era tan fácil para ellos como lo había sido para sus padres. Los nobles calvinistas de los Países Bajos o de Hungría enviarían a sus hijos a la Academia de Ginebra, mientras que los católicos enviarían a los suyos a Padua o Lovaina. En 1559, Felipe II prohibió a los españoles estudiar en el extranjero, excepto en determinados colegios de Bolonia, Roma, Nápoles y Coimbra. En 1570, cartas reales dirigidas al Parlamento en Dole prohibían a los habitantes del Franco Condado “estudiar, enseñar, aprender o residir en otras universidades o escuelas privadas o públicas, que no sean las de este país o las de otros países, estados y reinos bajo nuestra obediencia, exceptuando siempre la ciudad y universidad de Roma”. Las prohibiciones gubernamentales eran con frecuencia eludidas e ignoradas, pero el hecho era que las ochenta universidades, aproximadamente, de la Europa de mediados del siglo XVI estaban siendo transformadas de instituciones internacionales en nacionales, y que la comunidad europea de estudiosos estaba siendo fragmentada por la nueva contienda confesional.
Referencia:La Europa dividida, 1559-1598 (J. H. Elliott)
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