martes, 12 de agosto de 2025

La presencia de hebreos en la península Ibérica data de la Diáspora

Para el historiador medieval Julio Valdeón, la presencia de hebreos en la península Ibérica data de la Diáspora, que se puso en marcha poco después de la destrucción, por orden del emperador Tito, del segundo templo de Jerusalén (70 d.C.). Para que no pesara sobre ellos la acusación de “deicidas”, en tanto que asesinos de Jesucristo, algunos judíos asentados en la tierra de Hispania manifestaron, en diversos momentos de los tiempos medievales, que sus antepasados habían llegado a la península tiempo antes que tuviera lugar el nacimiento de Cristo. Esa opinión no se apoyaba en ningún fundamento solido. A comienzos del siglo IV, según el investigador Luis García Iglesias, había comunidades judías en diversas localidades de Hispania, en concreto en Llivia, Ampurias, Mataró, Tarragona, Ibiza, Mallorca, Játiva, Elche, Cartagena, Adra, Granada, Lebrija, Alcalá del Rio, Peñaflor y Segóbriga. 
Los judíos decidieron aplicar un nombre específico a las tierras de la península Ibérica, Sefarad. De ahí que se denomine con el calificativo de sefardíes a los judíos que residían en Hispania.En la época en que los visigodos eran reges Hispaniae, los judíos gozaban plenamente de los derechos de ciudadanía.Ahora bien, a raíz de la conversión de los judíos al catolicismo, acontecimiento que se produjo en tiempos de Recaredo (finales del siglo IV),la tolerancia hacia los hebreos desapareció.En el 616 el monarca Sisebuto decretó que los judios que vivían en su reino debían convertirse al cristianismo.A finales del siglo VII, cuando gobernaba en España el monarca Ervigio puso en marcha un decreto en el que se establecía la conversión forzosa al cristianismo de los judíos asentados en su reino. Ante aquella medida un considerable número de judíos asentados en España visigoda decidió emigrar fuera de la península Ibérica, desplazándose hacia el norte de Africa.

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