En 1965, la tasa global de fertilidad en el mundo (TFR, por sus siglas en inglés) oscilaba alrededor de los 5 hijos por mujer. Actualmente está en torno a 2,3 (según la ONU), muy cerca del umbral de reemplazo generacional, situado en 2,1 hijos por mujer. Algunos modelos (como los del IHME o las últimas estimaciones del Banco Mundial y la OCDE) ya sitúan la tasa global por debajo de ese nivel, e incluso del mínimo para el relevo generacional (2,1).
África subsahariana es la única región que aún mantiene tasas altas de nacimientos. En el resto del mundo, la caída ha sido abrupta y generalizada. Más de la mitad de los países del planeta ya están por debajo del umbral de reemplazo. Y si se cumplen las proyecciones, solo seis países lo superarán en 2100. Entre ellos, Níger, Chad y Somalia.
En Irán, la tasa de fertilidad se ha desplomado desde los 6,6 hijos por mujer en 1982 hasta apenas 1,45 en 2024. En grandes ciudades como Teherán, la cifra puede caer aún más, algunos modelos la sitúan ya cerca del 1,2. Este mismo patrón se repite en otros países de mayoría musulmana. En Turquía, la TFR se sitúa en torno al 1,5. En Túnez, desciende hasta el 1,8, con una tendencia estable a la baja.
América Latina ha sufrido un descenso intenso en las tasas de natalidad hasta cifras que, hace pocas décadas, podían parecer ciencia ficción. En países como Chile, ya se sitúa alrededor de 1,15 hijos/mujer, mientras que Uruguay ha descendido a la mitad en menos de una década (de 2,0 a 1,27). Puerto Rico (0,89) casi al nivel de Corea del Sur.
La reducción global de la natalidad tendrá consecuencias profundas en el plano social, económico y político. La población envejece a gran velocidad, mientras se reduce la base laboral sobre la que se sustentan los sistemas de pensiones, salud o dependencia. La caída de la fecundidad afectará al modelo económico, al consumo, a la vivienda y a la organización de las ciudades.
En Irán, la tasa de fertilidad se ha desplomado desde los 6,6 hijos por mujer en 1982 hasta apenas 1,45 en 2024. En grandes ciudades como Teherán, la cifra puede caer aún más, algunos modelos la sitúan ya cerca del 1,2. Este mismo patrón se repite en otros países de mayoría musulmana. En Turquía, la TFR se sitúa en torno al 1,5. En Túnez, desciende hasta el 1,8, con una tendencia estable a la baja.
América Latina ha sufrido un descenso intenso en las tasas de natalidad hasta cifras que, hace pocas décadas, podían parecer ciencia ficción. En países como Chile, ya se sitúa alrededor de 1,15 hijos/mujer, mientras que Uruguay ha descendido a la mitad en menos de una década (de 2,0 a 1,27). Puerto Rico (0,89) casi al nivel de Corea del Sur.
La reducción global de la natalidad tendrá consecuencias profundas en el plano social, económico y político. La población envejece a gran velocidad, mientras se reduce la base laboral sobre la que se sustentan los sistemas de pensiones, salud o dependencia. La caída de la fecundidad afectará al modelo económico, al consumo, a la vivienda y a la organización de las ciudades.
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