jueves, 31 de julio de 2025

Cuando los hombres profieren falsedad y se expresan con corazón doble, el mundo se halla fuera de quicio

Escribe el filósofo alemán Robert Spaemann que el mundo se ha vuelto al revés. El mundo está tergiversado en el que el malvado no solo actúa contra su ser, miente, asesina, acecha al pobre y lo explota, sino que hace todo aquello con la seguridad de quien sabe que nada tiene que temer. Son los burlones y los cínicos, que toman el mundo tal y como se muestra y hacen de la ausencia de Dios el fundamento de su actuación. 
El salmista dirá que “ya no hay piadosos”. La situación de la derrota y el fin se caracteriza sobre todo por un rasgo, el dominio de la mentira, de la lengua seductora. “La lengua es fuego, es un mundo de iniquidad…, contamina todo el cuerpo”(Sant 3,6). El discurso humano está liaste para hacer desaparecer el mundo verdadero. Todas las cosas son tal como son. Pero la palabra puede transformar engañosamente y falsear lo que es. Es por ello por lo que Jesus llama al Principe de este mundo también el Padre de la mentira. La mentira lleva la imagen de Dios a su desaparición. Jesucristo, la Palabra, es en su origen “reflejo del Padre”, imagen de aquel que habla, por quien Aquel se destaca y “se expresa”. Cuando los hombres “profieren falsedad” y se expresan con “corazón doble”, el mundo se halla fuera de quicio. El “hágase la luz” ( Génesis 1,3) se deshace.Los mentirosos son “creativos” de un modo perverso; inventan un mundo propio, cada cual su propio mundo irreal. Estos mundos irreales luchan los unos contra los otros, porque solo la verdad es común a todos. Entre las mentiras, lo único que cuenta es qué mentira se demuestra la más poderosa. El mundo de las mentira es un mundo de lucha por el poder. Aquel que, mediante el influjo en la opinión, puede actuar sobre los hombres a gran escala, ese es el verdadero “Principe de este mundo”.

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