viernes, 18 de abril de 2025

Se trata de creer en Dios o de no creer en Él

Ignacio Agustí (1913- 1974) escribe en su novela Guerra Civil (1972): —No hemos venido a pedir caridad. No tiene por qué arrastrarse, don Joaquín. Algún día se arrastrarán ellos. En casa todavía hay una cama, un plato de sopa y un crucifijo. Se trata de creer en Dios o de no creer en Él. Esa es la única batalla.
……..En efecto. Del curso de los acontecimientos no quedaba más que un esquema simple y elemental; creer en Dios o no creer en Él. Ya no sentía la inquietud de los primeros tiempos por la situación en que habían quedado sus intereses personales. La fábrica y sus avatares parecían haberse diluido en la niebla. De todas las imágenes de aquellos tiempos, la única que prevalecía era la del rosario blanco que colgaba de aquel cadáver tumefacto envuelto en los harapos de la toca de monja, en los muros del convento de la Esperanza, cuando pasó por allí poco después de estallar la revolución. Y al término de aquel rosario de nácar había una Cruz. Aquella Cruz, apenas visible entonces, iba creciendo, creciendo, hasta convertirse en un emblema universal de amor, en símbolo de un holocausto multitudinario y mayúsculo. Junto a las gentes sin fe, había, sin embargo, otras dotadas de una fe gigantesca, como aquella Rita Arquer que empujaba a su lado el carrito con sus bártulos y en la que se realizaba de nuevo el camino de las mujeres que siguieron silenciosamente la pasión de Cristo.

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