domingo, 23 de febrero de 2025

La religión se convirtió en el factor fundamental a la hora de apoyar la causa de los nacionales en la guerra civil española

No sólo se ejecutó a un gran número de sacerdotes durante la república en España, sino que se les sometió a ritos especiales de humillación y tortura de los que, en general, se libró la mayor parte de las víctimas de los revolucionarios. Julio de la Cueva ha señalado que mientras que a la mayor parte se le fusiló, “a otros se les ahorcó, ahogó, estranguló, se les quemó o enterró vivos”. Las burlas, los insultos, las blasfemias y forzarles para que blasfemaran formaban parte frecuente de la tortura, que también podía incluir el obligar a las víctimas a desnudarse, así como golpearles, cortarles, despellejarles o mutilarles. Todos estos “ritos de violencia” ejercidos sobre los sacerdotes contribuyeron a deshumanizar a aquéllos cuya humanidad estaba en entredicho hacía tiempo debido a su discurso anticlerical y al mismo tiempo, a facilitar las condiciones para “una masacre libre de culpa”. La combinación de referencias culturales y sexuales, violencia ritualizada y humillación de las víctimas (que ya no eran seres humanos, sino animales) alcanzó su mayor expresión al tratar a los sacerdotes como a cerdos en el matadero o toros en la plaza. “En definitiva, y con independencia del modo en que murieran, era frecuente que se arrastrasen los cadáveres por las calles, se les expusiera en lugares públicos o se les profanase de muy diversas maneras”. Además del asesinato de sacerdotes, se produjo una ola masiva de destrucción y vandalismo en iglesias y propiedades eclesiásticas que supuso la desaparición de obras de arte de valor incalculable que no sólo eran patrimonio de la Iglesia, sino parte del tesoro cultural de todos los españoles. La matanza de miembros del clero, la destrucción de iglesias y de arte religioso y los elaborados rituales sacrílegos que, al principio, se llevaron a cabo en la mayoría de las ciudades de la zona republicana no fueron tan sólo actos de destrucción carentes de sentido, sino la expresión del propósito fundamental de suprimir el cristianismo para sustituirlo por las nuevas religiones políticas y revolucionarias.
Aunque reducir el conflicto español a una guerra de religión sería simplificar muchísimo la situación, la religión se convirtió en el factor fundamental, tanto moral como espiritual, a la hora de apoyar la causa de los nacionales en la guerra. El catolicismo, mucho más que el falangismo, proporcionó la base ideológica para una gran parte de quienes combatían junto a Franco, llegando a ser uno de los pilares fundamentales del nuevo régimen. Sin él, el nuevo sistema habría carecido de gran parte de su apoyo social y, desde luego, habría perdido mucha de su convicción moral.
En Irlanda, la única democracia occidental en la que la gran mayoría de la opinión pública dio su apoyo a Franco, predominó la cuestión religiosa y lo mismo ocurrió en otros países. Por ejemplo, en Estados Unidos, mientras que la opinión pública en general respaldaba a los republicanos, los católicos defendían con ardor a los nacionales. Por ello, la Guerra Civil, al tiempo que infligió un gran daño a la Iglesia y sus sacerdotes, hizo renacer al catolicismo. El renacimiento del catolicismo en el seno de la cultura y la sociedad española comenzó durante la guerra y alcanzó su máxima expresión en la siguiente generación, durante los años cuarenta y cincuenta, llegando a ser el más amplio de todos los experimentados por el cristianismo tradicional occidental en el siglo XX.
Referencia: 40 Preguntas fundamentales sobre la Guerra Civil de Stanley George Payne

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